El skate, una vía de escape para los niños de Kabul

Una ONG ayuda a niños y niñas de países como Afganistán y Camboya a volver a los estudios y a encontrar una nueva manera de ganarse la vida gracias al skateboarding.
CARMEN LÓPEZ 06 DE NOVIEMBRE DE 2013 08:00 H.

Seguramente muchas de las personas que fruncen el ceño al ver a un skater haciendo un truco en uno de los bordillos de su ciudad, no se imaginan que esa tabla de madera con ruedas puede llegar a ser una herramienta de empoderamiento para niños y adolescentes de países como Afganistán o Camboya. Al menos ese es el objetivo de Skateistan, una ONG que comenzó su andadura en Kabul en el 2007 gracias a la iniciativa del australiano Oliver Percovich y que desde entonces ha conseguido que más de 2.500 niños y niñas encuentren en el patín una pasión vital y una herramienta para salir adelante.
“El éxito conseguido con sus primeros estudiantes, llevó a Percovich a pensar en grande: llevar más patines a Kabul y construir un skatepark cubierto”, explica a S Moda por correo electrónico Duncan Buck, director de comunicación de la ONG. Desde sus inicios, la organización ha trabajado junto a las familias, los líderes locales y las instituciones gubernamentales para conseguir su apoyo y soporte, sin el cual no habría sido posible llevar a cabo muchas de las actividades realizadas hasta el momento. “En octubre de 2009, Skateistan terminó la construcción del skatepark-centro educativo de 5.428 metros cuadrados donado por el Comité Olímpico Nacional de Afganistán. IOU Ramps se encargó generosamente de la parte interior”, señala Buck.
Uno de los datos más llamativo de Skateistan es que el 40% de su alumnado está compuesto por niñas, algo bastante sorprendente teniendo en cuenta las condiciones que las mujeres padecen en un país como Afganistán, gobernado por un régimen basado en la Sharia desde 1996 y en guerra permanente tras la intervención de Estados Unidos y su coalición en 2001. De ahí que la construcción de un lugar cerrado en el que practicar el skate sea tan importante, como explica Louisa Menke, fotógrafa y patinadora profesional holandesa, que estuvo en Kabul en dos ocasiones para participar en el proyecto: “Una vez que las chicas cumplen los 14 años suelen casarse y no se relacionan con ningún hombre que no sea de su familia. Así que para que una chica pueda patinar solo puede estar rodeada de mujeres y eso solo es posible en un skatepark”.
Louisa llegó al país en 2009 para colaborar en el rodaje del documental sobre la organización, titulado Skateistan, la película, que se estaba llevando a cabo en aquel momento. Recibió la invitación del Comité Olímpico Afgano y allí se plantó con su cámara y su patín bajo el brazo. Según declara, su primera sensación fue de sorpresa: “Cuando llegué me quedé impresionada con la cantidad de chicas que querían patinar, muchas más que en Holanda” y añade que “Es bastante extraño estar en una zona de guerra, especialmente en un sitio como Afganistán, del cual oyes hablar todos los días en las noticias. Lo que más me llamó la atención fue que la gente de allí era súper amistosa y el país muy bonito. La guerra me pareció absurda, como si todo el mundo quisiera poseer Afganistán mientras que sus habitantes solo quieren vivir”.
Los logros de Skateistan en el tema de la participación femenina en el deporte son más que notables, tanto en Afganistán como en Camboya, el segundo país en el que han iniciado su programa educativo. Y teniendo en cuenta que las mujeres afganas están excluidas de la participación en los deportes más practicados del país como el fútbol o el voleibol (ni siquiera tienen permitido montar en bicicleta) desde el principio supuso una ardua tarea. Uno de los casos de éxito más notable es el de Hanifa que, con 14 años, no solo se ha convertido en una de las patinadoras más relevantes del país sino que también es un modelo inspiracional para muchas otras niñas afganas. Empezó en el programa de skate y artes creativas de la ONG después de conocer a una de las profesoras mientras trabajaba vendiendo té por la calle y ahora, además de trabajar como instructora deportiva, ha retomado sus estudios a través del programa Vuelta a la escuela (Back to school) de Skateistan, a través del cual intentan que los niños y las niñas se pongan al día con sus estudios y vuelvan a la educación pública.
Skateistan tiene actualmente tres proyectos en marcha: además de los iniciados en Kabul y Camboya, en mayo de este año se inauguró el espacio de Mazar-e-Sharif (situado al norte de Afganistán), el skatepark cubierto más grande del país, con capacidad para recibir a mil estudiantes a la semana. Conscientes de lo importante que es para su funcionamiento que el proyecto se conozca (aparte de los patrocinios de instituciones y empresas privadas, parte de sus ingresos provienen de las donaciones particulares), la organización ha grabado el documental mencionado anteriormente y ha publicado el libro Skateistan: The Tale Of Skateboarding in Afganistan, en los que se recogen testimonios, anécdotas e imágenes de lo que ha supuesto el trabajo de la organización en el país hasta el momento. Además, Louisa Menke publicará a finales de mes, junto al skater internacional Kenny Reed, un libro de fotografías acerca de su experiencia en Kabul. Múltiples maneras de acercarse al trabajo de una organización que, con una tabla de madera con cuatro ruedas, ha cambiado muchas vidas.

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